dissabte, 28 de juliol del 2007

Contra el ruido.

El Tribunal Supremo ha condenado a dos años de prisión a un pavo que estuvo cuatro fastidiando a sus vecinos poniendo la música día y noche demasiado alta, en concreto entre 45 y 69 decibelios, esto es, más del doble de lo que permite la normativa legal, que ya es demasiado permisiva.

Aunque la sentencia del Supremo case otra absolutoria de la Audiencia de Barcelona, la pena impuesta me parece demasiado suave, si bien la aplaudo porque menos da una piedra. En este caso, la piedra (el adoquín, en definitiva) es la Audiencia de Barcelona que se negó a considerar delictivo el comportamiento del cretino de la música, calificándolo de "infracción administrativa"·

Es irritante la tolerancia española hacia el ruido. Según todas las estadísticas somos uno de los pueblos más ruidosos del planeta y carecemos tanto de sensibilidad hacia esa forma de contaminación ambiental como de la educación mínima para no molestar al prójimo. Cualquiera que haya entrado en un bar en España cuando esté lleno sabe de lo que hablo. En parte, este estado de cosas viene dado por la manga ancha de las autoridades ante los comportamientos inciviles de los ruidosos.

Y no es solamente la brutalidad de poner la música alta en las casas de vecinos, son las motos en las calles a cualquier hora del día y la noche, las terrazas en verano, las discotecas, las fiestas de amigos... es toda la actividad social de una población como la nuestra que cree que chillar (¿han visto Vds. a algún padre alguna vez reprender a un hijo suyo que esté chillando y molestando en un espacio público?), berrear, armar barullo es cosa de gente simpática y que si se protesta por ello es porque el protestante es un quintín el amargao o una persona de costumbres sospechosas.

Durante años tuve que soportar a un imbécil en el piso superior al mío que tenía instalado un taller de bricolage en su casa y se pasaba el día martilleando con absoluta indiferencia por las molestias que ocasionaba. El tal se ofendía si se le decía algo porque pertenece al sector de españoles "educados" que creen que hasta las 12 de la noche pueden hacer el ruido que quieran. Hoy tengo un amigo al que le han instalado una discoteca con terraza a cuarenta metros de su casa, atronándolo hasta las seis de la madrugada.

Soy militante en contra del ruido. Mientras los españoles no entendamos que hacerlo es igual que arrojar basura por la ventana en la vivienda del vecino no seremos un pueblo civilizado. Claro que para eso falta un trecho porque muchos de nosotros todavía tiramos desperdicios en lugares públicos. Las toneladas de basura que se han acumulado en los cinco días de huelga del servicio de limpiezas en Vigo, en especial en la playa, demuestran una vez más que somos muy guarros. Con que nada de extraño que, además, seamos ruidosos.