dimarts, 26 de juny del 2007

La guerra del señor Rajoy.

El publicista de Benetton, en verdad, tiene guasa. Y sentido de la oportunidad, vive el cielo. Dejo a los cabezas de huevo la tarea de murmurar que el mensaje crítico pierde sus aristas cuando se convierte en objeto de publicidad. Este invento ya lo habían hecho los situacionistas al colocar morcillas revolucionarias en los comics de Flash Gordon. Ahora es la publicidad la que se sirve del mensaje crítico.

Lo que sucede es que el "mensaje crítico" es No a la guerra. Lo que coge al señor Rajoy, como siempre, con el paso cambiado. Dice el candidato a la presidencia del Gobierno que "el ejército no es una ONG" y que el Líbano es un país en guerra, de donde deduce que el señor Rodríguez Zapatero tiene que explicarse en sede parlamentaria. Puede ser; pero no se ve qué tenga que decir, salvo hacer ver al señor Rajoy que el intento de rescatar la metedura de pata (por decirlo campechanamente) del Irak invocando el Líbano no funciona, porque no hay modo de equiparar el ir a una guerra como combatiente (y encima agresor) a hacerlo como fuerza de interposición, dentro del marco de las Naciones Unidas. Decir que sí, que son equiparables e incluso iguales, convertiría al señor Rajoy en un furibundo anarquista. Y no es, creo, el caso. El ejército no es una ONG, desde luego, pero se puede emplear como si lo fuera, que siempre será mejor que emplearlo para matar.

El señor Rajoy, como la derecha en general, es bastante belicista; en cuanto puede reconquista el islote Perejil o se va a la guerra con Johnny cogió su fusil. No hay más que ver lo que planea para el debate sobre el estado de la Nación. Planea hablar de ETA para seguir castigando el flanco gubernativo, cosa más rentable que ponerse en plan estadista a buscar un consenso y no enfrentarse al Gobierno en "asuntos de Estado". Cuando se está en guerra, los "asuntos de Estado" no significan nada. Y, así, con espíritu castrense, el señor Rajoy que siempre está en guerra exige al señor Rodríguez Zapatero explique las negociaciones con ETA en versión saga-fuga de Gara. Y, a continuación, le exigirá de modo igualmente comninatorio que revele el contenido de las negociaciones con ETA y nunca más, Oh, Never More vuelva a negociar con semejante banda de criminales. Si yo fuera el señor Rodríguez Zapatero no contaría nada de las negociaciones ni me negaría a tener otras en caso de que se presentara una ocasión propicia. A ver si el señor Rajoy entiende que lo problemático, vituperable y absolutamente rechazable no es el hecho de negociar, sino el de ceder.