divendres, 17 de novembre del 2006

Madame la Présidente

Este verano posteé algo sobre la candidatura de la señora Royal a las primarias presidenciales socialistas en Francia, declarándome fervoroso segoleno. Así que estoy de enhorabuena. La carrera de doña Ségolène Royal a las primarias, que empezó incluso compitiendo con el padre de sus hijos y secretario general de su partido, señor Hollande, estuvo plagada de obstáculos. Obstáculos levantados por sus compañeros, que han resultado ser un verdadero hatajo de misóginos. Ayer escribía Isabel Burdiel un magnífico artículo en El País (no pongo enlace, que es de pago) titulado "¿Quién cuidará de los hijos de Ségolène Royal?" que fue la pregunta que lanzó al aire el señor Fabius (en la foto de Le Monde, como se ve a 42,08 cómodos puntos porcentuales de su contrincante) al enterarse de la candidatura de la señora Royal. Y el menda va de izquierdista en el partido.

Tampoco se explica la inquina que le profesa otro sedicente izquierdista con fama de avanzado como Lionel Jospin. Salvo que acabe siendo que, a más izquierdismo, más misoginia. No lo sé. Pero campaña sucia contra la dama ha habido mucha. También fuera de su partido y esto, probablemente, ha acabado dándole la victoria en su campo. Porque los seguros candidatos de la derecha, Sarkozy y Le Pen, no se han molestado en atacar a los otros líderes del PSF, sino que han ido como Miuras por la mujer, llamándole de todo.

Todavía ayer el video más visto en la red en Francia era uno que recogía una intervención de la señora Royal en Angers en enero de este año sobre las 35 horas de trabajo de los profes en los colegios. No estoy seguro de si quien lo colgó en You Tube quería apoyar o hundir las posibilidades de la candidata, pero el resultado ha sido el que ha sido. Y quien quiera ver el discurso de una tía de una pieza, que pinche en el enlace del video. Ahí habla ¿qué? ¿una estadista? No, Sire, une révolution.

Resumen de la misoginia del aparato del PSF francés: más del 60 por ciento de apoyo a doña Ségolène. Ni segundas vueltas para hacer cambalaches ni segundas partes, que nunca fueron buenas, ni nada. Frente a esta mujer, los señores Sarkozy y Le Pen no tienen nada que hacer.