dimarts, 21 de novembre del 2006

El velo de las damas.

Antes de nada, enhorabuena a El País por haber sacado el pais.com, versión actualizada de el pais.es que, a su vez, era la versión digital del periódico de papel. Este otro reproduce los contenidos del papel, pero tiene entidad propia, es más de la red. Las noticias pueden comentarse y se presta mucha atención a los blogs. El propio periódico alberga varios de ellos, uno, "dedicado al sexo" en mera portada que me da que va a ser un porno "con clase". Será interesante ver qué pasa con las críticas feministas y la negra honrilla del periódico.


En realidad iba a tratar el asunto del velo de las mujeres en el Islam. Parece que los europeos cierran filas en contra. La diputada verde alemana de origen turco Ekin Deligöz pide a las musulmanas en Alemania que no lleven el pañuelo, razón por la cual ha recibido muchos insultos y amenazas de muerte. A su vez, los holandeses están considerando una ley que prohibirá llevar el rostro cubierto en público (supongo que excepto en carnaval), gracias a la intensa actividad de la Ministra de Inmigración e Integración, Rita Verdonk, llamada "la dama de hierro holandesa". El velo femenino suscita pronunciamientos singulares. Así como convierte en mujer férrea a la ministra, hace que los ásperos doctores de la ley se conviertan en poetas. En algún sitio he leído que uno de los sátrapas iraníes, uno de los doctores o clérigos chiíes dice que el rostro de las mujeres es como el sol y que no debe velarse.

Generoso que es el hombre. Y tendrán que agradecérselo aquellas creyentes que deseen ejercitar un derecho fundamental como es el derecho a tener un rostro. Porque la alternativa es aun peor: la burka afgana o burka completa, que oculta no solo el rostro, sino todo el cuerpo de la mujer. El cuadro de Rubens Santoro reproduce el paseo matutino de las mujeres de la casa, de las que apenas se alcanza a vislumbrar los pies. Eso me parece una humillación a las mujeres, como dice la señora Deligöz. Los cuerpos humanos son hermosos, gratos de ver, a uno le gustan más los de mujer que los de hombre, pero entiende perfectamente que a otrx le pase lo contrario. Convertir el cuerpo humano en objeto de vergüenza y exigir su desaparición de la vista pública es inadmisible.

Y no sólo por razones estéticas sino por otras jurídicas o políticas. La prohibición del velo implica devolver a las mujeres su visibilidad, su rostro individual, su cuerpo, devolverles su condición de seres humanos, de personas. En este asunto no me parece quepan reservas multiculturalistas.